21.1.07

Aún descansan los restos de tus labios húmedos sobre mi barbilla y en las llemas de mis dedos, los lunares de tu espalda.

Se quedó grabada tu mirada en cada una de mis tristes pestañas.

En las venas latentes de mis manos el misterio de esa sonrisa que no cede a nada.

El aroma de tu elocuencia se quedo grabado en mi nuca.

En mis oidos la tortura de tus besos locos.

Tu respiración pausada penetro en mi cuello y el amor, ese amor fugaz que se respira y transpira en tu casa, a ése, lo dejé colgado en el llavero justo antes de cerrar la puerta y partir.

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